domingo, 31 de agosto de 2014

Llegando a Canadá

Hace apenas unos días ha comenzado mi aventura. Todo empezó el lunes 25 a las 11 de la mañana. 4 asturianas cogimos un tren hacia Madrid dispuestas a vivir la mayor experiencia de nuestras vidas. Tras 5 horas de tren en la estación de Chamartín nos recogió Inma, una de las monitoras de la beca. Tras grandes esfuerzos para sacar las maletas del tren nos montamos en un autobús y nos dirigimos al Nh Parque Avenidas. Llegamos al hotel a las 4 y media, y a las 5 menos cuarto teníamos que estar preparadas para ir a ver al embajador. En ese cuarto de hora tuvimos que pesar las maletas, cambiar peso de una a otra, bajar las maletas a otra sala, entregar el móvil y el pasaporte, conseguir nuestra llave, subir a la habitación, cambiarnos de ropa y volver a bajar. Todo un poco justo de tiempo. Cuando llegamos abajo ya estaba todo el mundo allí con sus mejores galas y unas sonrisas que no nos entraban en la cara. Saludamos a todo el mundo, nos presentamos y a continuación nos fuimos a una sala donde nos dieron la primera charla. Nos explicaron en que consistirían esos dos días un poco por encima, luego fuimos saliendo de uno en uno a por una medalla y una camiseta (de Zara, ¿raro verdad?). Después fuimos saliendo por comunidades a hacernos una foto y después una todos juntos. 
Las 4 asturianas
A continuación nos fuimos a la casa del embajador aquí en España, cuando llegamos nos dieron un pin con la bandera canadiense y nos saludó el embajador. Comimos, bebimos e hicimos un montón de fotos. Sin duda el mejor momento fue cuando le dimos la camiseta de Spanadian 2.0, debió de gustarle, porque no la apeó!
Cuando volvimos al hotel nos dividieron por grupos (Grupo 3, azul wiiii). Hicimos juegos de esos para conocernos y después tuvimos un poco de tiempo libre. En ese momento descubrí quienes eran mis dos compañeras de habitación. Lau y Carmen. Estuvimos hablando un montón esa noche, sobre todo Lau y yo (Carmen se quedó dormida jajaja).
A la mañana siguiente nos despertamos a las 7 y media, y a esa hora parecíamos un poco unos zombies, pero todo se arregló con una ducha. Bajamos a desayunar y creo que todos (o por lo menos unos cuantos) nos hinchamos a jamón, ¡había que aprovechar!
Después de otra reunión todos nos preparamos para ir la piscina, donde nos lo pasamos muy bien, jugamos a las cartas, cantamos y tocaron el ukelele. Después del buen rato en la piscina tuvimos otra reunión y después, ¡a comer! Paella si no recuerdo mal.
Por la tarde nos dividieron según el vuelo que cogeríamos al día siguiente. O Madrid-Amsterdan-Vancouver o Madrid-Toronto. Nos contaron paso a paso todo lo que debíamos hacer. Tras tres horas de charla tuvimos un descanso más que merecido, luego la cena y después otra charla, esta vez a cerca de la comunicación.
Y así poco a poco, llegó la hora de despedirse de la gente que se marchaba esa misma noche hacia Vancouver.

Al día siguiente desayunamos en la terraza, última día de jamón y de solecito español. Después regresamos a las habitaciones cogimos las maletas, las metimos en el bus y nos dirigimos al aeropuerto. Facturamos las maletas (¡23 kilos justos!) y nos dirigimos hacia la zona de embarque. Fuimos a una Starbucks para descansar un rato y nos montamos en el avión. Después de volver a ver The Fault in our Stars, dormir, escuchar música, pasear por el avión y hablar un poco con todo el mundo, al fin llegamos a Toronto. Cargados con nuestras maletas tuvimos que pasar por aduanas e ir a hacer nuestro visado de estudiantes. Todos estábamos un poco asustados, teníamos que hablar en inglés, ¿qué pasaba si no les entendíamos o no nos entendían? Al final todo fue bien, preguntas sencillas y muy fácil.
Esperando para hacer el visado

Salimos, recogimos nuestras maletas, y tocó otra vez despedida. Todo aquel que tenía que coger otro vuelo tenía que marcharse. Así que nos quedamos allí solo unos pocos. La gente de los distritos de Avon Maitland y Simcoe nos quedaríamos en Toronto dos días más...

CONTINUARÁ

lunes, 11 de agosto de 2014

14 DÍAS

Algunas veces 14 días, dos semanas completas, pueden parecer mucho tiempo, se te hacen eternas. Cuando quieres que llegue tu cumpleaños, cuando esperas con ansia una gran fiesta o que lleguen las vacaciones. En esos casos lo único que deseas es que en un abrir y cerrar de ojos esos 14 días se hayan esfumado. Pero, ¿y si esos 14 días tienes que usarlos para despedirte de todas las personas a las que quieres por los próximos 10 meses? En ese caso 14 días son poco, definitivamente son muy poco. Además de eso todavía tienes que comprar las últimas cosas, ir a la peluquería, ir a visitar a esos gallegos maravillosa del campamento de verano al que este año no has podido ir, devolver el libro que te han prestado durante el curso... En definitiva, no dejar cabos sueltos. Tienes que guardarlo todo en tu mente, esa playa que tanto te gusta, la colocación exacta de tu habitación, los sabores de helado de la heladería del paseo, los campos de alrededor de tu casa, las caras de todos tus amigos y familia, e incluso el instituto, que por un año será sustituido. 
Tengo muchas ganas de irme, eso lo tengo clarísimo, pero por momentos siento que 14 días no son suficiente.